PANDEMIAS Y LUCHAS DE CLASES

En pleno gobierno de Carlos Ibáñez desde un buque nortemamericano arribó un Virus a Valparaíso en 1957. Los principales afectados fueron los niños y ancianos de la clase trabajadora. Fue uno de los factores de la salida del ex dictador con una alta impopularidad y en medio de huelgas.

“La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar.” Albert Camus, La Peste (1947)

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Epidemia de influenza asiática en Chile

En el invierno de 1957 aparece un brote de influenza en el país. Era un virus proveniente de China y Hong Kong. A través de un barco estadounidense se propaga por Valpraíso. Entonces se propagó rápidamente al resto de Chile, donde cobró la vida de al menos 20 mil personas, en su mayoría niños y adultos mayores. Chile ocupó uno de los índices más altos de muertes totales en el mundo.

Por entonces, las enfermedades infecciosas eran relativamente comunes en un país que pese a su historia de pandemias, recién consolidaba su sistema de salud pública y poco a poco mejoraba las condiciones de vida de la población de la clase trabajadora y sectores populares. Los trabajadores urbanos habían aumentado enormemente por la industrialización inducida por el Estado y en las tres principales ciudades del país se creaban con veloz rapidez las “poblaciones callampa” como habitaciones de emergencia de material ligero. La pandemia no fue a la medida del hombre sino según clase social, parafraseando a Camus.

Las precarias condiciones de vida y un sistema de salud a medias gestaron la gran cantidad de muertos y la culpa fue también adjudicada al gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (anteriormente dictador entre 1927 y 1931) quien llevaba 5 años de gobierno asediado por huelgas.

Las huelgas de la década del ’50

En 1949 al término del gobierno de Gabriel González Videla había ocurrido la “revuelta de la chaucha”, protestas violentas -contra el aumento del precio de la locomoción- y que duraron dos días con barricadas en el centro de Santiago. Ibáñez aprovecha el desprestigio total de los gobiernos radicales y la propia revuelta para hablar en favor del pueblo. Su “revolución de la escoba” hizo que sectores populares votaran supuestamente contra los políticos de la década anterior.

La pandemia de 1957 ocurre en medio de la re-composición del movimiento de trabajadores y el inicio de paros y huelgas generales contra el gobierno de Ibáñez, quien hacia esa fecha ya había demostrado que su discurso electoral en favor del pueblo no era más que una retórica populista farsante.

El movimiento obrero había fundado en 1953 la Central Única de Trabajadores que unió a todos los trabajadores de Chile. Y no se tardaron en declarar huelgas y paros nacionales contra las medidas del gobierno de Ibáñez. La inflación no podía ser controlada y el pueblo enfurece cuando una misión extranjera -llamada Klein-Sacks- proponía recortar salarios y subsidios. Esto desemboca en la revuelta del 2 y 3 de abril de 1957. Barricadas se levantan en varias avenidas y asaltan armerías del centro para enfrentar la llegada de Carabineros. Se le apodó popularmente como “La Batalla de Santiago”. Tras estos eventos Ibáñez decide no aplicar las medidas de la misión. Temía al pueblo, pero lo que vino después tampoco fue mejor.

La pandemia que ocurre en agosto detuvo por el resto de 1957 las acciones de lucha de clases. Hubo muertes pues el plan del gobierno se basaba principalmente en el aislamiento de los enfermos y prácticamente un abandono a las poblaciones populares.

Esto generó deserción escolar y un retroceso en la implementación del sistema público educacional. El pueblo guardó rabia e Ibañez termina su mandato en la peor crisis política desde los años ’30. Los trabajadores retoman los paros nacionales en 1960.

El gobierno suspendió las clases durante 1957 y logró reabrir los colegios varios meses después eliminando las clases de “Gimnasia” y restringiendo el contacto entre los estudiantes.

Las pandemias aceleran las crisis orgánicas ayer y hoy

Tras las huelgas de los ’50 y el daño sufrido con al influenza asiática siguió otro ciclo de luchas que inició en noviembre de 1960. La CUT vuelve a iniciar huelgas por los derechos de los trabajadores asalariados y la lucha contra la inflación que destruía el ingreso de las familias populares. La pandemia aceleró la experiencia con los gobernantes. Toda la década de los ’60 fue de huelgas sumándose también el campo por medio de las tomas de fundo del movimiento campesino.

La pandemia de Coronavirus (Covid-19) en Chile, que lleva más de 2 mil infectados y 5 muertes, tiene cercanía histórica con la “rebelión popular” de octubre de 2019 y el paro nacional del 12 de noviembre. Al igual que Ibáñez, Piñera mientras pase la tormenta, tiene tiempo para retomar la conducción del país, a pesar del odio que posee en la población. Sin embargo esa “capacidad de control” es también un período de experiencia de los trabajadores con el Estado y los empresarios.

Como en 1957, hoy en el 2020 el Estado de Chile y la clase empresarial están descargando los efectos de una pandemia sobre los hombros de los trabajadores. Se perjudica el salario, suben los precios de productos básicos, hay impunidad para despedir y se ajusta la vida de los pobres y no de los ricos.

En 1957 Chile tenía menos capacidad para responder. Por eso la crisis de Piñera podría ser aún mayor que la de Ibáñez porque hay tecnología y recursos para dirigir el plan hacia la salud pública. Por ahora hace todo lo contrario basando su plan en militarización, cuarentenas individuales y congelando el financiamiento de la salud pública en favor de los privados.

Las pandemias ponen a prueba a las clases dominantes y en general estimulan crisis de los Estado. También favorecen luchas de trabajadores ante la indolente postura de los gobiernos. ¿Podría esta pandemia no ser más que una pausa en la lucha de clases que asomará en el futuro, con mayor fuerza, tras la experiencia de cómo contestaron las clases dominantes a algo tan elemental como la vida? Germen de estas nuevas luchas son las protestas en los lugares de trabajo actuales que exigen paralizar trabajos no esenciales, ningún despido y mantención de los salarios.

Gabriel Muñoz

Licenciado en Historia

Fuente: www.laizquierdadiario.cl

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