El territorio que ocupa Rosario en la actualidad fue habitado en el pasado por tribus indígenas llamados Promaucaes, quienes habitaban desde la ribera sur del Rio Cachapoal hasta el Rio Tinguiririca.
Estas tribus tenían un similar sistema de vida, se dedicaban a la caza y recolección de frutos. La agricultura muy rudimentaria, cultivaban el maíz, porotos y quínoa.
Sus viviendas eran chozas o rucas que agrupaban según el grupo familiar.
Con la llegada de los españoles al país, surgen los gobernadores nombrados por el rey de España, quien otorga las “encomiendas” que eran territorios otorgados a sus súbditos beneméritos “por servicios prestados”.
El favorecido recibía grandes extensiones de tierra, incluyendo los indios que en ella Vivian.
En lo que respecta a nuestro territorio aparecen dos grandes “Encomiendas” perteneciendo la primera al Conde de Apalta y Mendoza y la otra a don Florín Ramírez.
Estas dos grandes extensiones de tierra a mediados del siglo XVII, por venta, herencia o repartición, se habían transformado en tres grandes haciendas: Mendoza, Tilcoco y Estacada, a la vez darían origen a la formación de distintos poblados.
De la “Encomienda” del Conde de Apalta y Mendoza surgieron las siguientes haciendas: Esmeralda, Camarico, Apalta, Naicura, El Delirio, Las Virginias, Retiro, Las Casas de Rosario, Mendoza, Popeta, Las Nieves, Chanqueahue y Pichidegua.
La división de estas haciendas fue realizada por la familia Valdivieso.
Anterior a estos hechos fueron los Jesuitas que recibieron a Merced de tierra estos territorios, Fray Juan Romero 1617 y Fray de Jesús Pérez 1828.
