A propósito de la Semana Santa, que cada vez menos santa, viene a la mente una pregunta, que si bien es cierto, es frecuente, pero a la que muy pocas veces se le ha dado respuesta, la corrupción es cosa de hombres, instituciones, agrupaciones, es inherente a la naturaleza humana, que es?, tal vez ninguna de las anteriores o todas las anteriores, quizás, pero el fin de semana recién pasado, al estar frente al televisor viendo por enésima vez Jesús de Nazareth de Zeffirelli, entre lagrimones, pude sacar algunas conclusiones de cosas, como esta película, que han estado frente a nuestros ojos en reiteradas oportunidades, pero pocas veces la hemos realmente visto. Algunas de ellas nos hablan del mal propósito del ser humano, el poder que conlleva la corrupción, cohecho, prevaricación, protección, etc. Según la película, en aquellos años ya existía aquel mal hábito de silenciar lo obvio con dinero, es decir cuando Zerah le entrega esas monedas a Judas está marcando a fuego de lo que seríamos espectadores siglos más tarde.

Considerando esto, hoy estaríamos frente a nuestros propios protagonistas de Jesús de Nazareth del siglo XXI, tendríamos tal vez, a  aquel Judas disfrazado de político, que vende sin piedad al pueblo, por unas pocas monedas, aquí cambiaremos un poco el libreto y diremos por una inmensa cantidad de millones que descaradamente desfilan frente a los ojos pacientes de toda la ciudadanía sin poder hacer nada al respecto. Por otro lado se elevan los tentáculos de los fariseos de la actualidad, que entre gallos y medianoche se ponen de acuerdo con Pilatos para mandar al inocente a la crucifixión, en este caso a los ciudadanos de hoy y así dejar en libertad al bandido Barrabás, en este caso podríamos hacer la analogía con el poder judicial, que hoy nos muestra esta cara extremadamente preocupante de lo que puede llegar a hacer el hombre con el poder en sus manos, no enjuiciar a los  malos de la  película y no solo eso, sino que con estas acciones intentar sacar dividendos de poder y dinero desde los más bajos fondos.  Hoy tendríamos que agradecer a Zeffirelli y a esta costumbre cristiana de recogimiento en semana Santa,  que nos refrescan aquel concepto  de “la puerta giratoria” y también el de la corrupción, porque en aquellos años al parecer, ya existía esto de dejar libres a los malos de la película y existía también el envilecimiento, lo preocupante, es que, como en la cinta de Zeffirelli, hoy también estaríamos en presencia de redes de corrupción y protección en las más altas esferas de nuestra sociedad.

Jack Regal.

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