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Hace tres semanas sufrí un accidente y no me hice cargo de mí, de mi cuidado. Hoy estoy policontusa, enfrentada a posibilidades que me aterran respecto de mi movilidad y obviamente, arrepentida de la soberbia y dispuesta a hacer lo que los médicos recomiendan. Por ahora reposo e inmovilismo para el hombro derecho que está hecho un camote aporreado.

Dejé a medio camino en el archivo un par de columnas. Y otras dando vueltas en mi cabeza. Pero no puedo ni siquiera escribir en el compu.

Les resucito y les dejo una columna que escribí el año 2013, cuando también me creí inmortal. Habla de Sanar.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

SANAR

“Tu corazón va a sanar y va a volver a quebrarse…”

I

Me detuve en el dolor un rato. O el dolor me detuvo. Dolor físico, sorpresivo e inexcusable que me sacó no solo del centro (bendita aspiración) sino también del cuerpo, del estar, de la atención plena, de la empatía y hasta de mi escasa concentración.

No se puede andar si te duele. No se puede pensar bien si te duele. Ni tomar decisiones, ni amar con liviandad… No se puede estar bien si te duele.

No se puede escribir ni aventurar historias, ni hacer apuestas imprecisas e inciertas. Todo se vuelve cálculo, suma precisa, la consecuencia pesa mucho más que el riesgo.

II

El jueves pasado, en la clase de Tarot, hablamos sobre el centauro Quirón, el sabio sanador que, tras ser herido por las flechas envenenadas de su discípulo Hércules, troca su rol de educador y sabio por el de sanador y gran chamán…. Me ha quedado desde ese día y seguramente en relación a que estoy esperando una intervención quirúrgica que me libre de mis dolores a la vesícula, la pregunta y la reflexión respecto al rol del sanador. O la relación entre el sanador y el o lo sanado.

Quirón se convirtió en sanador a partir de la necesidad de curarse a sí mismo. Primero con un afán de conocer y más tarde con la emoción de comprender al otro como un otro a quien le ocurre el dolor y la enfermedad de la misma forma en que me ocurre a mí. Quirón se hace curandero – o médico, diríamos hoy- a partir de la propia necesidad, a partir de la propia enfermedad. Empatía con el otro desde mi propia experiencia de necesidad de curación

Quiero decir que el de curación o sanación, es un proceso alquímico, en el que, como en todo proceso de alquimia, la energía se pone en movimiento. Nada se crea ni se destruye, solo se transforma. Y como en este proceso nada está excluido, es necesario que el sanador también aporte su experiencia de enfermedad en cada caso en el que quisiera intervenir como tal. El que hayamos llegado a entender (o creamos entender) las causas y azares de la enfermedad no hace del proceso de transformación/sanación un momento menos mágico.

Uno de mis primeros pacientes en proceso de terapia es un joven que solicita trabajar su adicción a determinadas drogas y su riesgo de reincidencia. Me obliga entonces, mi joven paciente, a preguntarme por mis propias adicciones, particularmente sobre aquello que hay de adicta en mí y que quisiera curar y sanar en este proceso con un otro. Me pone también frente a mi propio riesgo de reincidencia…

De nada sirve el curandero que se siente superior a su paciente, solo porque él está sano. La relación entre terapeuta y su cliente es una relación horizontal, no admite que nadie – particularmente el sanador- se sienta distinto o por encima de quien recurre buscando ser sanado.

El Centauro Quirón se vuelve sabio a partir de su propia experiencia de dolor, es su herida sagrada la que lo inspira para curar a otros. Su incapacidad para sonarse a sí mismo es el motor para ayudar-se sanando a otros.

El encuentro entre el sanador y su enfermo reviste significancia tanto para uno como para el otro. En las alas rotas de la enfermedad late invisible la sanación tan buscada por todos. El enfermo eleva el alma creyendo que sana el cuerpo…. El médico/terapeuta recupera su humanidad de hombre enfermo y desde ahí percuta su salto hacia la sanidad mental, física y espiritual.

III

Mientras me sano.

La tan mentada (y necesaria) operación a la vesícula duró alrededor de veinte minutos.

Y mientras en las otras galaxias no tan lejanas que se interceptan en esta, el lunes gira sobre sí mismo con la novedad de la vida en día lunes, yo me siento como una masa esparramada en la camilla. No me puedo mover y tampoco sé para qué quiero moverme. Tengo las neuronas en cortocircuito y no es el control mental lo que me sacará de este alterado estado de inconsciencia en el cuerpo. Crucificada e inmóvil, no será una metáfora cristiana la que me saque de este estado de incomodidad. Siento que estoy por completo en manos de otros. No sé si puedo hablar, el caso es que tampoco quiero. Me duele estar, me duele este esparramo, esta desorganización que no tiene desde mí ni un minúsculo control, mis expectativas de trascendencia son esos focos gigantes en el techo del pabellón llenos de luces ciegas e intrascendentes. De veras que a veces una está sola. Pero el cuerpo está ahí: como el perro fiel que te acompaña a todas, el cuerpo-aguante, el cuerpo-historia, el cuerpoysucicatriz.

Mañana cumplo años y, como ya lo he dicho antes, llego justo a la mitad de lo que mínimamente quiero vivir. Me pregunté un par de veces cual sería el guiño de los dioses para la ocasión. Y ahí estuvo: el dolor del cuerpo, el viaje a la inconsciencia en manos de otros otros, recuerda que eres mortal. Y duélete, y alégrate y cuídate y descubre la empatía. No todo está dicho, ya se sabe, pero intuyo que algo de lo mejor está preñado en los silencios que vendrán.

Es obvio que esto no fue una instancia de vida o muerte y tal vez en esa simplicidad de lo cotidiano está su grandeza.

IV

Por una vez más la autorreferencia; cito mi muro en FB:

Amanece que no es poco. Gracias a todos y todas por la preocupación y la compañía. Sanar también es un acto comunitario.

SOL QUINTANILLA FLORES

Psicóloga Transpersonal, Profesora de Lenguaje y Comunicación,

Diplomada en Psicología Clínica

Diplomada en Psicología Transpersonal y Técnicas de Terapia Gestalt

Maestría en Psicología Jungiana, otorgada por la Escuela de Psicología de Buenos Aires y formación como Terapeuta Transpersonal en la misma Escuela.

Meditadora, con formación en la Oneness University de la India.

 

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