Vladimir-Huber

– Niñas de 13 años expresando su sentir a viva voz, en la calle, rodeadas de compañeras de diferentes edades, con el fin de que todo ser humano sea considerado como tal, un ser valioso que merece vivir en respeto y dignidad.
– en este caso, el enfoque es que la mujer no siga siendo el ser de segunda categoría que ha sido a través de los siglos y en casi todas las culturas, lo que se suele justificar con todo tipo de creencias, leyes, sistema laboral, social, económico, académico, político, religioso, y en cualquier actividad que se nos ocurra observar.
– ¿y cual es la reacción de los políticos? no tienen idea de lo que está ocurriendo, están totalmente sorprendidos, abismados, mirándose entre sí, riéndose nerviosamente, buscando evitar el tema, lo que les resulta cada vez más difícil, ya que no es un tema de izquierda-derecha, eso ya quedó atrás, ya que las mujeres de sus mismos partidos o agrupaciones sociales, o las que puedan haber en casa, como madres, esposas, hijas, también, están hasta la tuza de seguir viviendo como personas de segunda categoría por el solo hecho de haber nacido mujeres, y eso es lo que el universo masculino no entiende, que las mujeres quieran un cambio cultural, cuando han vivido por tantos siglos de otra manera.
– ¿estaremos los hombres a la altura de lo que las mujeres proponen? ¿seremos capaces de salir de nuestra superioridad aparente -basada en un complejo de inferioridad atávico- para considerar al otro, a la otra, como una legítima otra, como señala Maturana?
– ya, basta! los hombres no queremos seguir viviendo desde el miedo, desde el complejo, desde la pequeñez y locura que hemos contribuido en la Historia, y queremos buscar en nuestro interior aquello que nos hace poderosos, amplios, amorosos, para acoger a la mujer como alguien con quien caminar juntos, cada uno decidiendo la ruta que desea tomar, en solidaridad, en una cotidianidad que no esté basada en el miedo, y así, puede que seamos dignos compañeros de aquellas que hemos subyugados por los siglos de los siglos, amén.

 

Por Vladimir Huber

Print Friendly, PDF & Email

Dejar respuesta